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En la década de 1840 llegaron a Puerto Rico unos jóvenes inmigrantes de Cuba , que trajeron con ellos una nueva modalidad de danza para parejas solas, cuya música tenía más cadencia rítmica de baile.

La contradanza española estaba ya perdiendo popularidad, debido a su rigidez, y la nueva música comenzó a tener arraigo en el país. Esa nueva música era llamada «habanera» (gentilicio de La Habana, capital de Cuba).

La habanera se bailaba en parejas de un modo libre y fue del agrado de la juventud de esa época. A principio se utilizaba música cubana, pero más tarde los compositores puertorriqueños fueron componiendo su propia música en ese estilo pero añadiendole sus propias variantes y el sabor criollo.

La primera parte, llamada «el paseo», consistía tipicamente de 8 compases en tiempo de 2/4, no tenía base rítmica pero servía de introducción tonal.

La segunda parte, llamada merengue fue extendida de sus 16 compases originales a 34 ya para 1854 y hasta 130 más adelante, según escritos de Don Braulio Dueño Colón. Otras partes comenzaron a aparecer y la nueva danza fue tomando forma.

Aparentemente, esa danza original era algo vulgar y fue rechazada por la alta sociedad de ese tiempo (pero no así por la juventud), tal vez por el hecho de que al bailarla las parejas estaban muy unidas y podían hablarse calladamente al oido. Esto ocasionó que el gobernador Don Juan de la Pezuela emitiera su célebre bando de 1849 prohibiéndola, el cual no tuvo éxito en sus propósitos.

Algunos títulos de aquellas primeras danzas nos dan idea de su estilo: La sapa – El rabo del puerco – Ay, yo quiero comer mondongo – El tereque – La charrasca – y otras por el mismo estilo. Se menciona a un compositor de música bailable de apellido Santaella como autor de la mayoría de éstas, de las cuales sólo se conservan dos o tres.

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