A San Juan de Puerto Rico llegan hombres tan solo por dos motivos, sexo o negocios, y tal cual porque en Puerto Rico la prostitución es legal, y aceptada socialmente como un oficio más, aunque de todos modos se ejerce en la oscuridad del secreto.
Se sabe que hay muchos extranjeros que mantienen a chicas con sus hijos en Puerto Rico, una especie de segundo hogar, al cual envían remesas sin saber que estas mujeres reciben dinero también de otros hombres que viven en el extranjero también.
Algunos han llegado a creer que pueden sacar a las chicas de ese mundo, sin entender que lo que están haciendo no dará ningún resultado, ya que no hay dinero que cambie la forma habitual de vivir de esas mujeres, que prefieren ganar dinero fácil, sin esfuerzo y sin tener que soportar las amarguras de tener a un hombre a su lado.
Las relaciones que se dan entre estos clientes habituales, y sus chicas, es incluso desprotegida, razón por la cual en Puerto Rico el sida es también una epidemia preocupante y en crecimiento, que todavía se mantiene bajo perfil y en el misterio, sin levantar sospechas que es justamente este turismo sexual el que genera en buena parte el canal propicio para propagar la enfermedad.
En Puerto Rico el turismo sexual es algo que se toma con la naturalidad que tiene el barrio rojo en Ámsterdam, con la diferencia que aquí nadie muestra la cara, ya que todavía no se logra regularizar muchos aspectos sanitarios mínimos, que en otros países se ha conseguido hacer al procurar la protección del anonimato en las mujeres que ejercen el oficio más antiguo del mundo.
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